En tu piel divina: una página,
trazo rimas, besos en tu vagina.
Cada roce un fuego que imagina
el deseo ardiente que nos origina.
Tu cuerpo es la poesía, mi musa fiel,
bajo mis manos se enciende la pasión.
En cada rincón, hallo la explosión,
de un éxtasis que nos eleva al laurel.
Nuestros susurros, versos entrelazados,
forman estrofas de un placer sin fin,
un soneto de amor, nuestro confín.
Los gemidos, nuestros ritos sagrados,
escriben en la carne un poema ardiente,
donde cada toque es un verso candente.