La vida que vivo
no es grande ni glamorosa.
Su magnitud es igual
a la suma de los átomos
necesarios para crear un sueño.
La vida como vertebrado
me habilitó para sentir
la vibración fogosa de la Tierra
en el centro de mi ombligo
y trepar la cima lógica de la evolución
con las manos de mis sentidos.
HuGóS | 10-27-2018 | 10:18 p.m.