Otra como tú...
Estoy de nuevo abriendo las páginas del diario
porque se me escapaba dos frases que escribí:
en una, até al martirio; lo triste e imaginario
y en otra, los momentos que tuve junto a ti.
Mi mundo de epigramas, ya todo se ha disuelto,
son muchos los motivos que me hacen recordar...
y aunque, aunque trato y trato de verte, no he resuelto
bogar sobre las aguas de tu ancho y grande mar.
Y leo los poemas que dediqué a tu nombre,
pidiéndole al recuerdo, ¡recuérdame su voz!
Al tiempo le pregunto: —¿será que tenga a otro hombre
con el que diga alegre, no hay nadie más veloz?
Por ti preciosa niña yo doy el alma entera
y enfrento al ruin orgullo sin llanto y sin dolor.
Mi psique solo pide lo que de ti se espera;
espera camuflada, semblante encantador.
Tu ser pureza esconde, pureza clandestina
y está como el silencio, sin responder por qué...
yo pierdo la cordura mirando a cada esquina,
haciendo mil preguntas ¿mi amor, a dónde fue?
Y así... así emprendo el rumbo, la inmensa y gris ventura,
y anhelo a cada instante tenerte junto a mí...
las noches son escenas, espacios de locura
en donde solo digo, la vida doy por ti.
Samuel Dixon