Oscarin Balderas

Recuerdo invernal

El viento sopla con impetuosidad, y el día se declina, la neblina se presenta ante el paisaje natural y las palomas monteses se agrupan en sus respectivos nidales, para prevenir el frío del invierno.

Entre tanto, dos enamorados se decían palabras bellas acerca del mañana sin que su hoy hubiese terminado. 

El joven la mira con ternura, tratando de decirle que en él hay cierto grado de locura que quiere desatar; la joven lo mira con afecto, como tratándole de decir: Ven y toma mi cuerpo…

Es apremiante el momento, ninguno de los dos puede ejercer un movimiento, los dos están vueltos un manojo de nervios, el joven desea aquel cuerpo, la joven anhela esos besos. 

El joven decide actuar contra el tiempo y los nervios, y la toma de la mano y con pasión la besa. Ella se deja llevar con ligereza y los labios se unen con deseo de que el momento sea eterno. 

La noche de invierno refleja en las sombras dos cuerpos en el piso, que maltratan la sensibilidad de la noche tenue e ingenua; los chicos ríen y lloran por la emoción que los embarga y la oscuridad los cubre con su sabana de neblina. 

La oscuridad cede el paso al día que se aproxima, y una leve brisa susurra que el amanecer se levanta, y en el suelo se encuentran dos enamorados que le dieron vida a una noche más muerta que un difunto; y entre ambos comentan que eso no volverá a pasar, pero que el invierno les dejó… Este recuerdo invernal.