Dama preciosa, gentil doncella,
dalia fragante, luciente estrella;
cálido cielo
de dulce anhelo,
llena de luces con gran fulgor
¡Dios te formó!
Eres la rima perfecta y pura
donde los rayos de gran ternura
portan el brillo más encendido
donde miramos el haz prendido
de la ilusión.
Viendo tu estampa tan exquisita
vibra mi verso que siempre imita;
la dulce nota
de donde brota
el canto hermoso de un arlequín
tierno y febril.
Vuelan mis sueños igual que nubes
entre las alas de los querubes
siempre pensando poder brindarte
besos que puedan de amor llenarte:
¡Hasta morir!
Autor: Aníbal Rodríguez.