Pulieran tus miradas
este cuerpo,
recortándolo a tu medida,
escurriéndole las penas
de pasiones,
recordándole las sombras,
recordándole excesos,
devolviéndole residuos
que atrás eran amores.
Entonces despertasen
los deseos del adentro,
renacieran crisantemos,
volverían ruiseñores,
quedarían decorados
o terminarían apedreados
corazones y féretros.
Malnutridas tus palabras,
mal menguadas a placebos,
me degustase cada una
tiernas, un “te quiero”,
escupiendo relamidas,
devolviéndote escondido
un “te amo”
más sincero.