Eres única compañía de los que nada tienen.
Eres única verdad de los que viven rodeados de silencios.
Eres la amenaza permanente.
Siempre escondida.
Siempre presente detrás de cada puerta de la vida.
Soledad,
si llegas nunca te vas,
porque dejas la marca,
dejas la herida,
dejas el miedo,
dejas el dolor de lo que no se olvida.
Soledad, soledad…
Solo tu compañía es lo inevitable,
cuando inevitable es morir en vida,
cuando las almas no encuentran un alma,
cuando la muerte se ha ido
y nos olvida.
Soledad… ¡Horror de la existencia misma!
Quiérase o no
nadie se libra definitivamente,
de sentirte presente, algún día,
porque eres lo que existe,
siempre detrás de los silencios,
siempre amenazante,
siempre oculta,
siempre escondida detrás de la nada,
batiéndote en retirada cuando llega la dicha,
pero dejando huellas,
dejando temores de tu regreso impredecible,
porque siempre existes,
aun cuando estemos rodeados de alegrías.
¡Oh Soledad…!
¡Reina de todos los silencios!
Eres la amante perfecta de cada penitente,
que cura tras barrotes reales o virtuales
las más viejas heridas,
siempre en acecho,
siempre escondida,
siempre detrás de cada puerta de la vida.
Frank Calle (15 / abr / 2018)