D. Méndez

El tiempo, cruel y lento.

En la sombra de mis días,
la tristeza me envuelve sin tregua,
cada suspiro se convierte en llanto,
cada latido en un grito ahogado.

El tiempo, cruel y lento,
no alivia este tormento,
y en la oscuridad de mi mente,
me pierdo sin encontrar consuelo.

Sé que el tiempo no es suficiente,
por ello quiero morir,
para no despertar,
porque no aguanto esta soledad.

Las noches son interminables,
sin sueños, sin esperanza,
y en el silencio de mi cuarto,
me consumo en la desesperanza.

El dolor es un compañero constante,
un peso que no puedo levantar,
y aunque busco una salida,
la luz parece inalcanzable.

Quiero escapar de esta prisión,
de esta tristeza que me consume,
pero las puertas están cerradas,
y el eco de mi voz se pierde en la nada.

La vida se ha vuelto una carga,
una lucha sin fin ni razón,
y en mi desesperación,
sólo deseo liberación.