Cuando eres tú misma
Eres hermosura,
cuando existes;
cuando te inventas el día
con manojos de flores,
con puñados de luces
en los ojos
y el tiempo da a tu tránsito
su travesía
y te sostiene en su urgente locomoción,
eres, como te decía, hermosura.
Cuando andas, cuando tocas el mundo
con tus pies;
cuando la tierra degusta tus pasos
y obra caminos para que recorras
con tu fragancia,
y se nutren al verte mis ojos
eres, como te decía, hermosura.
Pero cuando no eres,
y yaces tus silencios sobre las cosas,
cuando dejas caer tu velo hermético
y tu eje aminora,
se yergue ávida una distancia,
lo pálido se vivifica;
se entrama una brusca extinción
que te desmerece,
que te concluye
y eres como que no eres, y te extraño.
Pero cuando pareces no ser,
cuando tu mecanismo se ataja
y languidecen tus brotes
como un crepúsculo que se cierra,
yo sé que estás adentro tuyo,
en tu fortaleza,
y eres oculta, como acurrucada.
Yo quiero cuidarte
quiero guarecer tus lágrimas secas
quiero que residas tu risa en mis brazos
porque te quiero.
Y porque te quiero sé que eres siempre,
siempre como si fueras tú misma,
con tu mismo corazón, tu mismo cuerpo;
como si yo estuviera al tanto de tu piel
y te supiera.
Y eres, como te decía, hermosura.