I
¿Quién conoce más al hombre? que el mismo
¿Dios te ha llamado?
¿La ciencia y el universo del estoicismo?
¿El amor que no se recibe, pero si se entrega?
¿Los hijos perdidos de cristo?
¿Los hijos tristes de Poe?
¿El impaciente perdido en sus consciente de Freud?
Y los curadores nacientes del olimpo
Los tan sollamados “artistas de sanación”
II
Me acompaña el velo
La túnica blanca
Las olivas y su campana
Los embaces rotos,
La sangre, las almohadas
Los gritos, las lagrimas
Me acompañan
Los mudos de esperanzas
Los niños sin sus mantas
Tanta vida,
Y se va en el suplico de ayuda
Tan divinos os creéis
No somos nada
La vida se vuelve nada.
II
Al curador este es el “Avers Secret” de bueza
La mañana burló a los centinelas
Y Escuchad; la lluvia escampa
Como su rostro con delicadeza
Le seré comodín al rico
Y partesana que defiende al pobre
Como árbol que brota del rio
Yo seré, seré quien desemboca
Le entregaré mi tiempo, cada segundo
Al “a priori” tan sonriente de los ancianos
Despojaré, sacaré de mi sangre
En cada minuto de esos pasillos
Si los besos se fueron
Los libros son el abrazo genuino
A la puerta del infortunio
La muerte es la visita constante
No ha llegado y se ha ido
Entonces toseré un poco
Para recordar que estoy vivo
¿Los cordones volverán a sus ombligos?
Perdóname, si no tengo tiempo
Si he dado aliento
Y se han reventado las comisuras
De mis parpados
Subiré y engañaré al credo
En solitario contaré con mis dedos
Cada vida, que fue, que pudo
Entonces maldeciré estar vivo
Y querré dar mi lugar vital
A quien ya no esté
¿Y la familia? ¿Y ella?
¿Y ellos?
“Vir bonus medendi peritus”
es el sacrificio.
Fortunato Seijas