(Han pasado más de 50 años, y hoy desempolvo este poema)
Si acaso pude huir... desesperadamente,
fue para caer en brazos de la muerte
y perecer...
Pero cuánta sorpresa no sería
de mí el mundo,
al ver cerrada la puerta del paso
y la salida,
y abiertas en torno de mí
las estelas de cuatro paredes invisibles.
Y con cuánta sorpresa
ver caer de las entrañas,
la vida cadálsica de un beso,
y perecer...
Frank Calle (mayo /15 / 1970)
(Dedicado a la muerte, porque es eterna)