Si no me da la dicha verte este día,
entonces, con los ojos bien abiertos
buscaré tu rostro en cada cosa que vea.
Y cuando las cosas tengan tu nombre
veré la dicha mía escrita en un poema,
con mis ojos vibrantes al compás de un reloj.
Si cada tictac espere ese instante,
¡que se convierta aquel día en consuelo para mi corazón!
Mi dicha será al verme en tus ojos,
encontrarte en cada palabra y sobre este poema,
que lleva tu nombre y donde derramaré tu memoria.
Anhelo que mis días no se vayan volando.
Anhelo que mis días no se vayan sin ti.
Cariño después de verte, mi corazón
despierta y no cesa de recitar tu nombre.
¡Dichosos son mis ojos cuando te ven!
y feliz yace mi corazón de trovador y poeta.