Sangrare los cielos, como las águilas sus alas,
desafiante al céfiro, a los Andes ¡batallare con rabia!
Cuál gorrión, colibrí, ¡el más menudo de los hijos de los aires,
ternura ostentare!
Hiena, la cobra ¡fiera carnicera, traicionera, la mortal compañía, devastare!
Hombre ¡al fin!, soñador y salteador y bandolero, emulare
robándote la calma, la tranquilidad que ya sin ti perdí
¡Qué importancia tiene, soñador, raudo creceré!
Ora, libertad, huracán, ¡Oasis del desierto!,
desierto mismo, si soy cactus, soy duna y fresca palmera.
Tal vez, en mi locura, mar bravío, faro apagado
puerto que abandonó la barca
¡Qué imprudencia!
Seré soledad cuando me lo permitas tú,
solemne compañía si tú corazón ¡a mi alma llamaré abrigo!
Partiré esperanzado buscando al corazón
perdido,
al juguete del hijo amado, en las sombras, en las ruinas;
a la sonrisa de la vieja que muere de pena,
al Yaraví del taita que murió en la chacra, en el surco y el maíz, en el mamey solitario que en la pena de la vieja se enterró...
Reclamaré al dios que inconsecuente mi risa se llevó...
7:36 p.m.
Sábado, 20-07-2024