Oney Cabrera Felizola

ANDRÉS TRABAJANDO

Bajo el sol ardiente, látigo en la espalda, Andrés trabaja sin cesar. Su piel, curtida por el dolor, refleja la agonía de su alma.

 

El látigo azota con furia, dejando surcos de sangre en la carne de Andrés. Su gemido se pierde entre el crujir de la caña, mientras el mayoral ruge sus órdenes sin piedad.

 

¡Mayoral despiadado! ¿Por qué humillas a este hombre que solo busca sobrevivir? Andrés, mendigo de libertad, anhela la paz que nunca conocera.

 

No puede decir nada, el látigo lo calla.

Entre llantos,una mariposa revolotea mirando su triste alma.

 

El látigo sentencia: \"Trabaja o muere\". Andrés, resignado a su destino, obedece sin fuerzas, mientras la esperanza se extingue en sus ojos.

 

Sus amos, señores de la codicia, engordan sus arcas con el sudor de Andrés. Ignoran su sufrimiento, ciegos ante la injusticia que perpetúan.

 

En el horizonte, el sol se despide, tiñendo el cielo de rojo sangre. Andrés, agotado y sin sueños, solo anhela la llegada de la noche para descansar... aunque sea solo hasta el próximo amanecer de dolor.