LA TORMENTA ANUNCIADA.
Cuando la tormenta incoherente,
se presenta de repente,
no puedes hacer otra cosa
que, cerrar los ojos,
taparte los oídos, y
dejar el agua caer.
Te pilla por sorpresa, y sientes…
no estar preparado para recibirla,
por mucho que pensaras
que un día podría llegar,
siempre te coge desprevenido,
siempre te pilla, con el culo al aire.
Ya por esperada…
llega a ser, casi deseada,
la esperas, y la rechazas,
la esperas, y la temes,
la esperas… y la deseas.
Contradicciones incoherentes,
que se esconden en lo más profundo,
en lo más recóndito de la mente.
Son tormentas indiscretas,
de las que, no son anunciadas
por los satélites meteorológicos,
de las que nacen de sentimientos
contrarios, a las sesudas reflexiones,
antítesis del más efímero contraste.
De niños aprendemos a cubrirnos con el paraguas
cuando se nos presentan las tormentas conocidas.
Pero ya de mayores, nos suelen sorprender
las nuevas tormentas, tan desconocidas hasta entonces,
y, para las que no estamos preparados para guarecernos.
Estas tormentas, tan incoherentes e irreflexivas,
te cambian todos los argumentos de que dispones,
te asustas, te sobrecoges, y percibes que es el… FIN.