Busco, en la noche, a la luna
y también a las estrellas,
para dormir en sus brazos
y saber lo que se cuentan.
Y es que, en la noche, la luna,
con las estrellas traviesas,
hablan y charlan sin miedo
y pasan horas enteras.
No les alteran los llantos
ni tampoco las tormentas,
de los hombres y los niños
que suplican y que rezan.
Porque los hombres maduros
buscan rostros y poemas,
donde juntar a sus labios
con mil besos y promesas.
Pero los niños que piden
y proclaman la inocencia,
esos, si acaso conmueven,
a la luna y las estrellas.
Surgen así discusiones
que no llegan a peleas,
sobre si dar a los niños
esas risas que desean.
Y es que la luna se mira
en los ojos que la observan
y, sin querer, una nana
va naciendo por su lengua.
Surgen los nuevos compases,
y una nana cobra fuerza,
y va llenando el oído
de esos niños y sus venas.
\"...Busco en la noche a la luna
y le dedico unas letras,
con las rimas y los versos
que las estrellas me dejan...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
20/07/24