Donde ayer había
luz que brillaba,
la voz más hermosa,
la buena sintonía,
viento a mi favor
nada fugaz.
Donde hoy te adoro,
donde hoy te aprecio
y de ti me lleno
en pleno deseo;
mañana es humo
esparcido a las prisas
entre nubes que llegan.
Y de pronto conoces
a quien más te valora
a quien más te sonríe
y te eleva hasta el cielo
sin dejar que te vayas.
El humo se fue,
ahora es algodón
del dulce, muy dulce.
Todo es así,
para el disfrute,
para soñar,
para vivirlo,
para sufrirlo
y tal vez mañana...
¡Quien lo sabrá!