luego de la revancha.
Se vino a lavar la sangre a la fuente
y estaba seca.
La maleza, crecía sin equilibrio,
natural, con su propia belleza.
El cielo, oscuro como si tuviera ganas de anochecer,
nos dió su lluvia.
Me miró, despertando.
Me sonrió, entristecido.
Le tendí mi mano.
La tomo.
Se recostó junto al muro, conmigo.
y cantamos una canción sencilla.
Mientras, desde aquí, del infierno,
todo el humo subía, como en un mundo sin gravedad ni luz.
Nací luego, me arrancaron del jardin donde jugaba.
Me miraron ojos de amenazas, me castigaron, respire su aire.
Una mujer lloraba y me alejaron de su pecho.