Las palabras quedan cortas
al escribirte un panegírico.
Quién me diría serías tú
la luz en mi ceguera.
Él que con sus tiernas caricias
me enseñó a catar la pasión.
Tengo presente tu adagio,
a tu edad no pienses, ¡vive!
y frente a ti no me inhibo.
Cuando me haces el amor
eres como el mar bravío
me arrastras a lo idílico.
Hoy por hoy, en mi soledad
tengo la dicha de tenerte
en esas horas de placer.
Lo único a que le temo es:
que por ser un hombre noble,
será difícil borrar tu huella.