La sombra que del pasado emanaba,
me cobijó de males del tiempo incierto
que amenazaban a mi alma que sanaba
con un puñal que de sangre está cubierto.
Asolado y pensativo en un solitario banco
pintado con el color de la magia aditivo
que me impedía como a cualquier manco,
romper las cadenas de las que era cautivo.
Aprendí a rechazar nostalgias vacías,
enlazado ahora con el sano presente
que conduce mi vida por una nueva vía
camino hacia paisajes que curan mi mente.
¡Ya no escapo de ti, pasado inmaduro!
ya que tú te alejas poco a poco de mí,
te perdí al girar en la calle del futuro
cansado de volver la cabeza para sufrir.
José Antonio Artés