Oh, musa celestial, de voz sublime,
que habitas en la fuente de la mente,
donde la inspiración, cual astro fulgurante,
ilumina las sombras con su lumbre.
Eres el puente que une las almas gemelas,
en el espacio eterno de la palabra escrita,
donde el poeta, cual médium, se transfigura,
y el lector, conmovido, se identifica.
Tu soplo divino, cual viento suave,
acaricia las cuerdas del sentimiento,
y en versos que fluyen, cual manantial suave,
se plasma la esencia del pensamiento.
El poeta, transcriptor de tu grandeza,
se convierte en un eco de tu voz,
y su pluma, guiada por tu destreza,
traza versos que conmueven con su ardor.
En la lectura, el alma se encuentra,
con la esencia misma del creador,
y en cada verso, un mundo se aventura,
un viaje mágico, un nuevo esplendor.
Oh, inspiración, lazo invisible y fuerte,
que unes al poeta y al lector en uno,
haces de la poesía un arte,
que trasciende el tiempo y al mundo.