NODRIZA
En el suave vaivén de tus brazos,
nuestra historia se tejía como un tapiz,
hilos de ternura y sabiduría
que en mi alma aún perduran.
Nodriza de mi infancia y mi corazón,
tus manos eran oasis de calma,
tus ojos, faros de luz en la penumbra,
guiándome con amor y paciencia.
Hoy el cielo guarda tu risa y tus susurros,
como una melodía que anida en mis recuerdos,
y aunque ya no te tengo entre mis días,
tu presencia se entrelaza en mi existencia.
Abuelita, mi dulce nodriza,
guardiana de mi alma infantil,
cada latido lleva tu nombre,
cada suspiro te busca en la eternidad.
En el silencio de la noche,
tu memoria es mi consuelo,
y en cada estrella que ilumina mi camino,
siento que aún me cuidas desde lo alto.
Te llevaste contigo tus historias y consejos,
pero dejaste en mí un legado de amor infinito,
como un faro en la tormenta,
como un abrazo que nunca se desvanece.
Descansa en paz, dulce nodriza,
sé que algún día nos encontraremos de nuevo,
hasta entonces, guardaré tus enseñanzas
como el más preciado tesoro de mi vida.
Autor: LUÍS APAZA H. Alías: Corazón Bardo
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