En el principio, la palabra resonó en el vacío,
Jehová, con voz de poder y misterio profundo,
tejió la vastedad del cosmos con su aliento,
y en el lienzo de la nada, la creación surgió.
En el torbellino de la vida, donde los días se suceden sin pausa,
donde el concreto y el acero a menudo nos encierran,
es fácil olvidar las maravillas que la creación nos muestra.
Mas hay un libro abierto, vasto y profundo, que invita a la reflexión,
es la naturaleza, con sus páginas verdes y su cielo sin fin.
Con dedos de sabiduría y amor eterno,
dibujó las estrellas, bordó los cielos,
y la tierra, con sus mares, montes y desiertos,
se llenó de vida, de color, de sueños.
Job, hombre de fe, en su diálogo divino, halló sabiduría en el viento,
en las bestias del campo, en las aves del cielo, en el orden de las estrellas.
Fue recordado que, en el diseño de cada flor, en el vuelo de cada pájaro,
hay un mensaje de esperanza, un susurro de un poder superior.
Así como Job, podemos detenernos, aunque sea un instante,
para admirar el lienzo de la vida que se despliega ante nosotros.
En el murmullo de un arroyo, en el susurro de las hojas,
en la majestuosidad de las montañas, hay lecciones que aprender.
Entonces, al mirar el cielo, las estrellas, el mar,
recordemos que detrás de todo hay un creador,
que nos ama, que nos cuida, que nos quiere enseñar
a vivir en armonía, en paz, en amor.
No es necesario escalar grandes cumbres ni adentrarse en selvas densas,
a veces, basta con mirar a través de la ventana para ver el arte celestial.
La creación, en su silencio elocuente, nos habla de paciencia,
de ciclos que se cumplen, de un tiempo para cada propósito bajo el cielo.
En la ciudad, donde la prisa es reina y el ruido su corte,
podemos encontrar un oasis en un parque, en un jardín, en una flor que brota.
Y en la zona rural, donde la tierra es maestra y el horizonte invita,
podemos aprender del ritmo sereno de la vida que se renueva.
Y aunque a veces la ciudad nos aleje de la naturaleza,
o la rutina nos impida ver su majestad,
Jehová nos recuerda, con delicada certeza,
que en su creación siempre encontraremos verdad.
Cada amanecer es un poema, cada atardecer una canción,
cada criatura, desde la más pequeña hasta la más grande, una obra maestra.
Si Job encontró consuelo y entendimiento en la contemplación,
¿no podríamos nosotros, también, hallar paz en este espejo de la creación?
Los animales, las plantas, el hombre, su imagen,
todos nacieron de su voluntad divina,
y cada ser, cada cosa, en su esencia lleva
un pedazo de su gloria, una chispa viva.
Porque en cada detalle, desde el grano de arena hasta la vasta galaxia,
hay un hilo conductor, una promesa de orden, de cuidado, de armonía.
Y así, en el bullicio o en la calma, en la ciudad o en el campo,
la creación nos invita a reflexionar, a aprender, a maravillarnos.
Y así, en cada amanecer, en cada flor que brota,
en el vuelo de las aves, en el río que fluye,
en la majestuosidad de las montañas altas,
Jehová nos habla, su voz nunca se diluye.
Tomemos ese tiempo, aunque sea breve, para observar, para escuchar,
para sentir la presencia de algo más grande que nosotros mismos.
Que la lección de Job nos inspire, que la creación nos enseñe,
que en el libro de la naturaleza, encontremos sabiduría y descanso.
En la creación, Jehová se revela,
en la complejidad de la vida, su sabiduría,
y en la belleza del mundo, su bondad destella,
mostrándonos el camino, la luz del día.
Porque cada átomo, cada partícula de existencia,
cada hoja que cae, cada gota de rocío,
son susurros de Jehová, su esencia,
invitaciones a conocerlo, a estar más cerca suyo.
Así, en la creación, Jehová nos dejó pistas,
caminos para encontrarlo, para sentirlo cerca,
y en cada descubrimiento, en cada conquista,
nos acercamos más a él, a su obra perfecta.
Por eso, al hablar de Jehová y la creación,
hablamos de un amor que todo lo abarca,
de un poder que va más allá de la imaginación,
de una sabiduría que en todo se marca.
Y en este poema, en estas palabras,
intentamos capturar un poco de su esplendor,
sabiendo que siempre, en todas las jornadas,
Jehová y su creación nos ofrecen amor.