Cuando el mundo se viene abajo,
y todo parece despedazarse a nuestros pies,
cuando buscas el ancla salvadora
que te sujete del abismo
y no haya estaca
a la cual asirse.
Cuando el tormentoso jornal
se precipite sobre tus hombros
y sientas las bramuras de la desolación
aferrarse a tus espaldas
y buscando a los demás en derredor
parezcan desvanecerse ante tu mirada.
En ese momento, frena.
Detente en el tiempo.
Mira hacia arriba,
y entiende tu herencia,
que esto es prueba
y lo venidero recompensa.