Valentin Von Harnicsh

Muerte En Vida

Llevo la carga de la prueba de lo imposible, de lo impensable,

en esencia, penas amargas que nublan las razones de la vida;

no hay remedio a los males propios, ni causados, ni admirables,

en la árida Tebaida del incierto ser, ya todo ha fenecido para mí.

Helios invicto y Selene plateada en el mapa celeste siempre están,

ella ya no, desaparece como las brumas matinales de los puertos;

un solo sentimiento de abandono y muchos escombros quedan

ante el arco de la derruida ciudad que un día feliz a sus pies se rindió.

Sombras, simientes, bibliotecas y tabernas enterradas en la arena,

será intriga a quien busque reconstruir la historia de mi árida alma;

se leerán los poemas más dulces en la extinta lengua del amor pasado,

se sorprenderá el mundo de los cálidos colores en los recitos carcomidos.

Solo, último superviviente de mi desgraciada raza, trágica y maldita,

hijo legítimo de Dite, hereje pagano renegado del culto a su carne;

abandonado por la gracia superior y rechazado por los placeres ocultos,

tendré que vagar como alma en pena, vivo testimonio de este horror.