Jordi Etresi

FIREFIGHTER

 

FIREFIGTHER

 

Nunca creí que el fuego acabaría consumiéndonos, a él le devastó la piel y a mí el corazón.

Se propagaba tan rápidamente que la única salida siempre era apagarlo lo antes posible.

Por eso ardíamos cuando hacíamos el amor, mi corazón se encendía como el sol cada amanecer.

Amaba su presencia, sus detalles, sus flores cuando estaba con un respirador en tiempos de covid.

La escalera del camión de bomberos le era útil para llegar a verme a través de la ventana del hospital.

Aunque sobreviví, llegó el día en el cual él no lo hizo y mi vida quedó devastada hecha cenizas.

Las llamas se lo llevaron a un lugar donde ya no podía sentir mi piel ni cada uno de mis besos.

De mis ojos brotó el agua suficiente para apagar cualquier incendio, pero ni yo misma pude salvarle.

Siempre creí que el oficio de bombero era duro, pero aprendí que lo es más cuando eres su mujer.

Él no solo extinguía fuegos, también era capaz de encender esperanzas en todos los que sufrían.

Desde 1859 seguimos la tradición en la oscuridad de la noche bajo el brillo de las antorchas.

Simbolizamos la luz de la vida, honrando su humanidad para darle nuestro último adiós.

Comprendí que el valor no está ausente en los que tienen miedo, sino en quienes lo enfrentan.

 

-Jordi Etresi 
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