Fernando Huarca

San Carlos del llano

Ayer aquel llano me adoptó

en su generoso y excelso manto verde,

sus inmensas y serviciales aguas,

sus claros aires, su cielo azul y recio sol.

 

Hoy con el frío en mis huesos

late aun mi corazón despierto.

Admiro la montaña andina de brava pendiente,

añorando su otra vertiente, la que cae junto

al llano, lugar de aquel pueblo brioso.

 

¡Amo a este fértil suelo!

Mérida, como si fuera el mío,

Perú, ¡lejano más al sur y frío!

 

Recuerdo mi llano floreciente,

quien me canta ese corrio’, bajo

esa mata e’ mango;

cuando en mi corazón se graba

suave delicado y tierno, el niño de mi tierra

que sonríe con la esperanza

de que cielo y tierra bendigan su mañana.

 

Le canto a ese llano floreciente,

y a ese frío intenso de Los Andes

que me dieron de su fértil entraña

los frutos que alimentaron mi ser.

Le canto en este mediodía

con el sol despierto, que mi corazón del llano

ama está fértil tierra andina.

 

Ya veo en mis sueños

que esa cima de delicada franja blanca

aguarda detrás, mi tierra llana.

Y quisiera ver detrás de esta ventana

montaña y llano juntarse en un mismo horizonte,

sobre una acuarela del ingenio humano

donde no haya llantos y fenezcan las distancias.