En la flor reside el reflejo etéreo del alma, a florecer,
sale la minúscula extremidad del pincel, maravilla,
o los precoces intentos del músico, nota sutil,
cada acorde, cada trazo, busca incesante la verdad interior,
dentro rasga,desespera ,grita ,escapa de sus propias redes.
Danza enhiesta,emblema punzante de su libertad y resolución,
yace su propio dedo señalándolo, temores, en su quietud baldía.
Cobardía y miedo en él se enmascaran, con el sinsentido de sus días,
y, ¿nosotros?, títeres del destino, vulnerables en vida.
Contemplando capas de tiempo, en desvanecida penumbra,
mi personalidad fragmentada, sin rumbo, sin cumbre.
¿Qué quimera soñé en el vasto océano del deseo,
para descubrir el inefable crecimiento, cual ave en vuelo?
¿Qué ofrenda sacrifiqué en el altar de los anhelos,
para alcanzar lo que todos anhelamos, queremos?
¿La exaltación en el arte, donde yace un fragmento de mi esencia,
o la mera existencia de instintos en la que se basa la fugacidad de mi ser?
Anhelo evolucionar, transformarme en múltiples formas,
mutar y transfigurarme, rompiendo mis viejas normas,
librarme de esta dimensión enigmática vulgar, confusa y oscura,
en búsqueda de una realidad libre, sublime, pura.