El roce de tu labio jugando con el mío
agita las mareas que habitan en mi ser;
se forman remolinos furiosos de placer
que arrastran y desbordan las aguas de tu río.
El juego ya no es juego, se ha vuelto desvarío,
no siento en mi garganta la ardiente sed de ayer;
la fuente de tus besos me ha dado de beber
y está en flor hoy mi campo…, ayer jardín baldío.
Hay nubes de tormenta, la noche las invoca;
oscura y fiel amiga mi gran secreto encierra,
pues sabe que mi cuerpo es lienzo de tu boca.
El cielo rompe en llanto, mojada está la tierra;
igual rompen mis olas al roce de tu roca,
tan fuerte y tan candente que abrasa, marca y hierra.