El campo canta
cuando hace viento.
Son los árboles sus cuerdas vocales.
Las hojas los cascabeles.
Me mezo en esta brisa enternecedora
y fluyo…
Escupe nuevas mi corazón
que amainan las reticencias de mis pensamientos.
Me insta a vivir el color de esta tarde.
A sentirme la carne de este cuadro,
grisáceo y colorido.
Llega aliento a mi mente,
armonía de lo que observo,
aquello que procesa mi corazón
cargado de sentimientos.
Quizá la rama del hinojo y la retama
me den sabio consejo,
dejarme mecer
cuando se presenta el viento.
No quiero huir más de mí mismo…
Contemplo estos campos, meditativo.
Tantas veces me he sentado aquí,
en silencio,
a calmar al compulsivo…
Canta el viento.
Canta.
Mas sin mi oído y piel
no hay viento,
soy también creador de la brisa
sobre la que me adolezco.