El triste alegre
Yo soy el triste alegre, del viento un ruin mendigo;
un hálito de agosto, lector, meditabundo
y entre... entre el pecho cargo los dogmas del amigo:
aquellos, cuyos planes me guían por el mundo.
Cargado en tiernos brazos, a veces, divagando,
la luna suculenta, perfecta y hechicera;
al sol que le veía, le dijo: —¿Sabes cuándo
el niño de ojos dulces levante su bandera?
Y aquel astro radiante, sumido en miel y rosas
no dijo nada, nada... calló a su pensamiento.
De pronto una esmeralda dedujo muchas cosas;
que todo se miraba volando sobre el viento.
Yo soy el triste errante; paciente e impaciente,
el fúlgido bohemio con manos de un artista:
yo soy la muerte en vida que cuenta lo que siente,
de amor empedernido, sublime y detallista.
No tengo rumbo cierto, yo viajo por los mares
en sorbos de una copa, buscando el ideal...
de versos, embriagado, de ritmos a millares
construyo poco a poco mi propio pedestal.
Respuestas tengo miles y parlan muchas bocas,
que soy un egoísta, también que soy cobarde...
yo callo y que hable el mundo, preguntas quedan pocas
y si hablo con mis rimas el tiempo se hace tarde.
Yo soy el triste alegre cantando sus laúdes,
la luna me ilumina por normas del Dios bueno:
mi alma empedernida se goza en las virtudes
y un ángel me acompaña, se llama Nazareno.
Samuel Dixon