DE QUE LA VIDA EMPIEZA.
De que la vida empieza mi alma fué en penas,
por avenidas oscuras, oscuras y violentas,
sin caricias de nadie y el alma sedienta,
con el amor exiliado quitado de mis venas.
Un ayer cruel de infantiles veredas musgosas,
con noches de sueños pesados siempre alerta,
soñando con monstruos ocultos tras la puerta
de filosas garras que a mi edad debían ser rosas.
Llevo en mi alma a un hombre cálido sin tibieza,
recuerdos bondadoso en mi memoria hoy vieja,
lo guardo en un cofre de oro sin seguro ni reja,
tatuado con amor en mi alma de que la vida empieza.
Me brindó amor y protección sin mediar promesa,
un ser grande que me dibujó flores en su mesa,
servidor del amor y de amor su alma impresa,
curandero de mi alma, de que la vida empieza.
Autor: Poeta al atardecer.
Agosto de 2024.