en una montaña rusa
me balanceaba la otra noche (la noche maldita)
la noche del martes que no quise
la noche de extraños visitantes
que depositaban vesanias en la piel...
entretanto
me observaba vincent con sus ojos demasiado
anaranjados
ofrecíame su oreja despistada
y la ciudad entera la volvía fotosíntesis irreal