¿Debo lanzarme al fuego y hallar un nuevo amor,
o conservar la herida que me dejó el dolor?
En esta encrucijada, mi encalma se consume,
entre llamas y sombras, mi corazón se esfume.
El recelo me asfixia, me ahoga el corazón,
perdido en un abismo de eterna confusión.
Tu recuerdo me persigue, en mi pecho se aferra,
como un vil hierro candente, mi alma se destierra.
Mis lágrimas son ríos de un amor imposible,
que inundan mi ser con un desconsuelo inefable.
Cada latido es un eco, de tu voz perdida,
un suspiro fino en la noche, un brillo extinguida.
En el crepúsculo busco un destello fugaz,
que ilumine la senda a una devoción audaz.
Mas temo que al hallarlo, se agrave mi pesar,
y en vez de ver tranquilidad, vuelva a fracasar.