alicia perez hernandez

ES UNA SUBLIMIDAD AMARTE…

ES UNA SUBLIMIDAD AMARTE…

 He encontrado en ti una sublimidad tan solo al ver tú desnudez entre mis dedos.

Voy a castigarte con una descarga de mi amor apasionado deseando por tu cuerpo.

Hay una tormenta meciendo mis laberintos esquivos con deseos de tenerte sobre mí.

Encuentro en tu mirada una sublimidad al verme en un espejo europeo de diamantes,

confundiéndome, preguntándome por ti. ¿Eres tú el que sueño todas las noches?

¿Eres mi pasado y mi presente? No tengas celos de un muerto! viva estoy y quiero

sentirte vivo sobre mi cuerpo ondulante cómo las olas del mar en movimiento para

sentirnos, darnos hasta quedar agotados por el movimiento de las olas envolventes,

en la noche de estrellas brillantes hay pasión en las olas nos empujan y esconden,

no quieren que tengamos testigos de esta entrega de amor en cada movimiento,

sintiendo las olas envolvernos en un canto de sirenas, escuchando las olas llorar

por que el mar se recoge a dormir su pasado ahogado entre sañosos se queda.

Nosotros perdidos de amor buscamos la luz de las estrellas que nos lean el futuro

De este amor sosegado entre canciones románticas y plenos de amor nos embriagamos

De pasión, amor y deseos sintiendo la humedad de la arena en nuestros cuerpos

Nos arrullan las luciérnagas que por la noche bailan su amor igual que nosotros.  

Quedamos agotados y vamos rumbo a la felicidad que nos hemos prometido para toda

La vida disfrutar y gozar de este amor SUBLIME que el destino juntó a los dos.

Alicia Pérez Hernández… México

No es la pluma la que escribe, es el alma

Todos los derechos reservados©

Te desnudas igual que si estuvieras sola 
y de pronto descubres que estás conmigo.
¡Cómo te quiero entonces 
entre las sábanas y el frío! 

Te pones a flirtearme como a un desconocido
y yo te hago la corte ceremonioso y tibio.
Pienso que soy tu esposo y que me engañas conmigo.

¡Y como nos queremos entonces en la risa
de hallarnos solos en el amor prohibido!
(Después, cuando pasó, te tengo miedo
y siento un escalofrío)

 

Te desnudas igual, de Jaime Sabines