He intentado darle voz a un sentimiento,
he ido a tus labios para hacerlo con un beso,
y escuchar el dulcísimo gemido del mar en tu aliento,
cuando mi mano asustadiza se posa,
en las albinas dermis de tu pecho desnudo.
He intentado darle nombre a un sentimiento,
al mirar tus ojos promotores de caricias,
y descubrir en ellos la excepción nocturna,
de estrellas inmortales, ancestrales y mágicas
como arquetipo de entrega, de brasas que arden.
He intentado extender mis brazos para tocarlo,
rozando tus labios, palpando tu vientre,
sollozando mi alma al sentir de tu cuerpo,
como limo primigenio, donde nazco y te siento.