Oscarin Balderas

Silencios


Un eco triste resuena en el abismo,
donde el corazón sangra sin altruismo,
palabras trémulas emergen del pecho,
tejiendo un poema que relata el desaliento.

El dolor se enrosca en cada palabra,
traspasa las líneas con furia macabra,
como un torrente de lágrimas ardientes,
se desliza en versos, punzantes y dolientes.

Se alza el poema como un grito mudo,
un susurro oscuro que se deshace en llanto,
las metáforas heridas y desoladas,
retratan el dolor que a veces nos embarga.

En cada estrofa, se desvela el sufrimiento,
la tristeza anidando en lo más adentro,
las rimas, testigos de un alma herida,
que busca alivio en la poesía sentida.

Pero en el dolor también se encuentra fuerza,
un renacer en cada verso que atraviesa,
la angustia y el pesar con su caudal,
buscando sanar las heridas en el final.

Así el poema del dolor se transforma,
en un bálsamo que al alma conforta,
y mientras las letras se entrelazan en danza,
se sanan las heridas con cada esperanza.

Porque en la poesía el dolor se transforma,
en un canto que abraza, que acoge y reforma,
y aunque el alma sufra, en cada verso halla,
un respiro de calma en su melancolía callada.