Romey

Un perro, un hombre y una máquina del tiempo

...aproveché la ocasión para enmendar el dilema de la noche posterior. Sosegadamente le hablé de un cálculo automático que se había adelantado dos semanas, al menos, y reduje la tensión del nuevo encuentro omitiendo el nefasto resultado. Entonces tranquilo, mi amigo me lamió la mano izquierda. Mi ritmo cardíaco se había ralentizado, hasta superar el límite de lo preocupante, tanto que la máquina se detuvo, y todo tiempo fue abolido...

 

...en el vértice una línea roja denotaba cierto peligro. Ante la posibilidad de un inminente desbarajuste junté dos cables de colores contrarios...

 

...pude al final restaurar el funcionamiento normal. Luego me dediqué a limpiar las poleas y engrasar los engranajes, mientras Tesla corría a mi alrededor y me mordía los talones (no literalmente)...

 

...pero la soledad de aquel sórdido sótano embotaba mis sentidos y acalambraba mis nervios al extremo. Me recuperé fumando cannabis en mi pipa de ébano, aunque el rugido del motor central hacía vibrar mis tímpanos. Me dormí sobre el escritorio durante siglos, pues cuando desperté me vi rodeado de árboles colosales, a oriyas de un lago blanco. Pensé rápido: Tesla estaría por algun lado. Pronto lo oí ladrar, y vino hacia mí sorteando matorrales. Me sentí feliz como nunca, y mas tras ver la reluciente Luna...

 

...tanto espacio vacío, y yo dispuesto a gozarlo en albedrío con mi alegre amigo... me sentí en el paraíso. No quise volver a saber nada del mundo en el que habia nacido, aquel mundo de hierro y ruido, ya extinto hace milenios...

 

...redondo el cero en el crono, y el botón de inicio roto. Adios civilización