La tormenta
abre la puerta del bosque
y el mundo se asoma
para mirar los haces de luces,
hojas y ramas que hacen tierra,
frescura de la mañana,
aves que esconden sus nidos,
un aullido lejano
y la vida sin amordazar
parece salvaje.
Pinos, enebros, encinas,
sabinas, chopos, tejos,
hayas, robles, acebo, boj...
Frondoso es el monte,
cristalino el río
que apaga el fuego
de su cuerpo verde.
Tiemblan las hojas traslúcidas,
un rubor difuminado,
susurros de aromas
a frutas maduras
en una colina de estrellas,
delicadeza elegante.