Ahora que te canto desde esta voz
que tiene mundos desnudos de ti
y trajes del color de tus ojos.
Y una corbata solida llena de miedos
de que me olvides y un acto definitivo
de elegancia que quiere ser forma de encerrarte.
Donde no tengo cementos consolidados ni bolígrafos
para escribirte y las melancolías dan las horas justas.
Esos minutos que me someten
en la cadencia y la espada de querer tu miel.
Esas horas nacidas de pie y que a veces,
y casi siempre, no puedo evitar,
son obscenas en mi pensamiento.
Atrevimientos de la memoria
que son perpetuos en la necesidad de poseerte
.
Ahora que hay un ruido y un rodar
sobre estas sabanas que me torturan…
es que pasas todos los días a mi lado
y dejas un viento que derrama aceites.
Dejas aromas de ángeles despiertos
que son vigilantes de esta cornisa de besos
que espera la lluvia de los tuyos.
Hay cintas de deseo y te vas por la calle
moviendo el aire desordenado de tu cuerpo
y mis ojos se hacen invierno.
Hay lentitud en tus pasos
y me pregunto de que vale
si mirándote me dejas la herencia
de verte y locamente se extienge tu figura
sobre los sueños que me han de venir.
Y la salmuera de mi nombre te llama…
Te llama
y tú sigues calle arriba del olvido
Y a mí me dejas con el deseo nupcial de tenerte
y viudos mis labios por morderte nombrándote.