Paulo Cristodero

HIJOS

El tiempo es tan veloz,

que en un abrir y cerrar de ojos,

los hijos,

alzan el vuelo y se van.

Queda un vacío,

que se ampara en un consuelo:

la prodigiosa experiencia

de haber crecido junto a ellos,

en el intento de alcanzar

el máximo esplendor.

Así pasen los años,

hasta el último día de nuestras vidas,

nos persuade la caprichosa idea

que siguen siendo niños.