Ámame como el otoño
que lo hace,
sin pretensiones,
así como soy.
Nunca le importó
si era indeciso,
como el viento
un día frío y al otro cálido.
Jamás reprochó si era
la hoja desolada
en el cementerio amarillo
de la avenida,
o la esperanzada
que se abraza a la rama
hasta el último suspiro.
Más allá
no sé que hay
o qué prometen,
pero no creo
que me amen tanto,
así cómo el otoño,
que sin pretensiones
me abraza como soy.