Arena y azúcar, endulzan la vida,
Me elevan la noche entre sonetos de gozo y alegría.
Nube y algodón, cadenas desiertas,
Acompañan al labrador en el afán y esplendor.
Mar y manos, me llenan de halagos,
Sucumben la calma del tiempo inexacto.
Sol e iris, alumbran mis días,
Sus gestos quebrantan la indecencia.
Fuego y calma, nosotros.