Cuando me miran sus ojos
llenos de bellas estelas,
siento que Dios me regala
gracia plena.
Cuando su rostro sonríe
como sonriera Julieta;
miro en su brillo celeste
paz eterna.
Cuando mi nombre pronuncia
oigo en su voz tan serena;
dulces y suaves arpegios
de arpas griegas.
Cuando camina en la calle
llena de gracias perfectas;
siempre mi mente dibuja
dulces letras.
Vive perenne en el alma
como magnífica estrella;
dando a mis sueños románticos
luz poética.
Autor: Aníbal Rodríguez