En un rincón del cielo escarlata,
donde el amor germina en calma,
mi alma, en el eco de un suspiro,
ama con fervor eterno, sin calma.
Tus ojos, luceros diafanos,
incitan el fuego en mi ser,
y en el instante sagrado,
la paz que anhelo, puedo ver.
El amor se desliza en la brisa,
con su color ardiente y amado,
en cada latido, en cada beso,
encuentro un destino sellado.
Así, en este lazo escarlata,
nuestros corazones se abrazan,
y en la eternidad del instante,
nuestro amor sin fin germina y pasa.