jvnavarro
DIARIO DE VERANO XXXIV (EN ESTA TARDE DE AGOSTO)
En esta tarde del mes de agosto
inundada de calor
en su mismo pecho hundido,
solo gime
el pequeño viento que se levanta
sin ira,
sabe él que por aquí
todo transita en medio de una paz
que fue un triunfo,
ya nos hemos olvidado
de lo que cuesta el pan,
de lo que sufrieron otros
por sus hijos.
Yo me olvido,
tu te olvidas,
nos hemos olvidado
hasta de que existimos,
nos hemos convertido
en esa especie de vacas marinas
que se solean
como antídoto del inmenso frío,
en esas soledades de los hielos perpetuos
allí donde el espíritu
se va abriendo poco a poco camino.
Yo en esta tarde solo comulgo
con la pendiente que ante mi se abre,
yo soy con ella
únicos testigos,
de ese devenir de la vida
en la que nos jugamos
lo que somos
intentando batir un récord
que en nada será seguido
por alguien que no sea
el que escribe sobre lo suyo.
Una persiana se baja ante mí,
alguien que no soy yo ha intuido
que hay que poner fin a este poema
que se vislumbra a través de un punto
que da lugar a un ocluir del simbolismo
en la cartográfica que dibuja este instante justo.