Jaume Mas

Paseo al Alba ©2024

 

 

Paseando por los aún oscuros caminos

con olor a hierba, musgo y tierra mojada,

se escucha el canto de ruiseñores y mirlos,

y el suave crujir de ramas en cada pisada.

 

De místicos y etéreos seres la presencia,

en sones fugaces y sutiles gestos se adivina,

en las flores, hojas y hongos ves su esencia,

y pareciera que un ciento de ojos te vigila.

 

En su negro corcel  la noche ya se ha marchado

acallando a los trovadores de la oscuridad,

y arrastrando al paso su gran manto estrellado

hasta que de nuevo vuelva en su periplo circular.

 

Todo el paisaje se torna irreal y se engalana

para recibir al nuevo día en todo su esplendor,

el mundo se despereza con una calma arcana

que va diluyendo las sombras a mi alrededor.

 

Mil rayos de luz se filtran entre las hojas

proyectando haces en la bruma de la mañana.

Aquí y allá monolitos de viejas basálticas rocas

son testigos mudos de una erupción ya lejana.

 

En una charca profunda chapotea alguna rana

y renacuajos nadan entre las algas de verdes lanas.

Los antiguos hayedos captan la luz de la mañana

y entre neblinas el sol se abre paso entre las ramas.

 

Ha llegado el momento de volver camino a casa,

sin desmerecer las bondades del día que ahora empieza,

prefiero la mística calma de cuando todo descansa

y a los que cantan a la Luna: el lobo, el sapo y el poeta.

 

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