Solo te diré: el suplicio solamente es tuyo,
aunque en mi oscuridad profunda quizás lo intuyo.
Tu llanto en vano clama, mas en mi mente excluyo
la desdicha que te embarga, en tu pesar influyo.
Tu alma rota se queja, en la oscuridad se encierra,
no hay misericordia, solo indiferencia cruda,
en tu perfidia observo, tu desventura guerra,
mi risa se desliza, fría, mordaz y muda.
Tu vil destino ya está marcado, no hay clemencia,
en el abismo caes, en la condena eterna,
cada grito tuyo es mi deleite y mi eminencia,
una sinfonía amarga, una caricia tierna.
Así te dejo sola, en tu infierno personal,
mofándo tu penar, en tu tristeza banal.