Ya suenan las campanas
y afloran las sonrisas,
es día de verano,
también de romería.
Las casas de la aldea
demuestran su alegría,
luciendo en sus balcones
las flores más bonitas.
fachadas blanqueadas,
ventanas y cornisas,
pintadas y mostradas
al ojo del turista.
Se escuchan panderetas,
rabeles y con prisas
en medio de las voces
que cantan y que animan.
Ya marchan para el campo
y van hasta la ermita
del Santo y del patrono
que reza por sus fincas.
Las hazas y sembrados
ofrecen las semillas
y el fruto de la tierra
se funde con la risa.
Es fiesta en una aldea
y todos van a misa,
quizás para encontrarse
y unirse las familias.
Al rato, de la iglesia,
después de la homilía,
vendrán las reuniones
en corros y comidas.
Será bajo la sombra,
en prados y en orillas,
charlando y degustando
la cesta y la cocina.
El baile por la tarde,
con música sencilla,
seguido de verbena
y traca malnacida.
Ya suenan las campanas,
la fiesta bien se anima,
será por unas horas,
huir de la rutina.
Soñar con la esperanza
de un mundo y de una vida,
que acerque los deseos
de paz para vivirla.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/07/24