La montaña es alteza,
Solo ella sabe primera
al final
de la caña de pescar
de repetidas lágrimas
de la aliada oscuridad.
No hay nada más triste
que un poeta no se parezca
a esa clara oscuridad ignea;
pulcra a pesar del madero
la pluma no sabe
ser alteza y el adjetivo muere.
Montaña altiva baja vida,
despierta la voz dormida,
la fotosíntesis es un clamor
de esperma cum laude
en matemáticas.
Así no sería triste el poeta
cuando lo es,
igual que el pez desvelado
de huidiza sombra.
Sí, montaña y poeta
sinónimo de lo eterno
rebosantes lágrimas.
A veces los párpados
es puro páramo
casamentero de cigarras.